Moralidad y economía: siameses con un solo corazón.

«La economía fracasa y perjudica a la mayoría, porque así lo quieren unos cuantos; aquellos que aun no entienden que el bien de los demás traerá como consecuencia el bien propio» [Juan Carlos Bonilla Angulo]


Creo que cualquier cosa que provenga y sea concebida por la humanidad su naturaleza y su intelecto colectivo: Estará de una u otra manera ligado a la moralidad; y es que para bien de todos la moralidad siempre está ahí presente, para recordarnos que vivimos en sociedad, para permitirnos coexistir con algún grado de armonía, incluso para que actuemos con autonomía. Seamos egoístas o no, en un grado mayor o menor que la mayoría, nos regimos por la moral de nuestro entorno, contexto del cual hacemos parte. Es algo de lo que ninguna cosa o persona pueden escapar, ni siquiera la benévola y a la vez diabólica economía.

Así como dos seres que pasan su vida pegados, unidos por algún órgano vital, economía y moralidad difícilmente podrán separarse, provienen de los mismos padres, y quizá su gestación sea tan contemporánea como alcancemos a imaginar. Moralidad y economía comparten suficientes razones de existir, semejantes a un pulmón, o aun corazón por la vitalidad e importancia de estas.

La economía se reconoce como una ciencia, y bien esta dicho que se alimenta de ambición, y el grado de egoísmo e inmoralidad que en ocasiones llevan quienes mucho la conocen no tiene límites; sin embargo no son todos quienes estamos regidos por la economía los que pretendemos solamente un excluyente bienestar propio. La economía es de la sociedad y debe ser lograda en beneficio de la misma; no de unos pocos.


Teniendo en cuenta que somos una sociedad; y que desde nuestros orígenes estamos estrechamente relacionados con otros seres, y que por naturaleza requerimos de los demás para nuestra plena satisfacción, se debería hablar de un nivel de egoísmo mínimo requerido para el bienestar de cada uno e incluso de todos, un egoísmo que no entorpezca el bien colectivo. Es más o menos lo que un «sistema de mierda», una ciencia franqueable y terriblemente malograda como la economía debe buscar, beneficio individual en dosis justas y suficientes, con el fin primordial de beneficiar a todos, algo que la moralidad acepta y que si bien entiendo dicta como fundamento por lo menos en nuestra cultura y en nuestro entorno.

Entonces la economía en definitiva no escapa de la moralidad, y aunque sea un conjunto de sistemas mal concebidos, no se debe más que a la mala aplicación que se da de ella, es decir: «La economía fracasa y perjudica a la mayoría, porque así lo quieren unos cuantos; aquellos que aun no entienden que el bien de los demás traerá como consecuencia el bien propio».

Las caricaturas de Mafalda son una idea original y producto de Quino

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